Este domingo, aprovechando el fin de semana largo, decidí ir al teatro.
La elección no podía ser otra que:

En el escenario actrices talentosas.

En la sala el único público posible, el que entendería todos los guiños, el público femenino.
Comienza Ema una mujer mayor contando su historia. Muestra bocetos de los vestidos que fueron parte de los momentos más importantes de su vida:
el uniforme del colegio, el vestido con el que recuerda a su abuela,el vestido con el cual se sintió sexy por primera vez,el vestido del casamiento, el del divorcio, el del segundo casamiento,el traje de la entrevista que la regresó al mundo laboral.
Ema dibujo a cada uno de ellos para dárselos encarpetados a sus hijos y a sus nietos. Quería que supieran que no solo era una mamá o una abuela. (Eligió esta manera para contarles). Era también una mujer que había cometido locuras.
Poco a poco, en un diálogo desordenado, se van sumando el resto de los personajes. A partir de la ropa, reflexionan acerca de la identidad femenina, los hombres, las amigas, los momentos difíciles. Ellas logran reírse de sus peleas con el talle, el desorden en las carteras y el eterno “no tengo nada que ponerme”.
Por supuesto la obra fue un excelente disparador de ideas. Me puse a pensar si “nosotr@s”, “las bloguer@s fashion”, en realidad no hacemos más que contarnos lo que nos pasa, a partir de mostrar la ropa que nos gusta. Me pregunto si el universo femenino no permanece igual, aunque medie y avance la tecnología.
También un montón de imágenes, que forman parte de mi propia historia, se presentaron sin previo aviso:
Reaparecieron los vestidos que me cosía a los ocho años. No tenía más remedio, era muy delgada, mis compañeros me llamaban “pata de tero”. Había que disimularlo, así que me convertí en una estilista precoz e improvisada. Mi abuela ayudaba, enseñándome los primeros sacrificios por la belleza, leáse peinándome con rodetes supertirantes logrados a fuerza de "Glostora".

Repasé los figurines que llegaban a casa, y el gusto de mi mamá por la moda.
Reviví las idas a la modista. Hoy se que “Mariquita” era genial a la hora de las molderías. Adoraba estos conjuntos. Mismo escoses y diferentes modelos, así no peleábamos con mi hermana.

Pensé en mi primer corpiño. Una venda innecesaria, que me compraron porque todas mis compañeras ya usaban uno.
Recordé el vestido de comunión.

Y mi desfile personal seguía mientras salía muy feliz del teatro. Llevaba puesto un saco de la marca “Paula” que me encanta. Por supuesto que me sentía absolutamente linda y segura.
Él me estaba esperando, llevamos juntos diez años. Entré al auto y tuvimos un diálogo más o menos así:
-¿Qué llevás puesto?, ¿es nuevo?, pregunto él.
-Sí es un blazer nuevo. ¿Te gusta?
-Pero… ¿no te compraste tres afuera? (Afuera, es la liquidación del Corte Inglés de Madrid.)
-¡No! Es diferente, esos eran sacones, contesté, en mi mejor intento de ser algo didáctica.
Respuesta obtenida:
-Sabés algo, vos estás definitivamente enferma.
Duda existencial lanzada a la blogósfera:
¿Ellos nunca van a entender?Y volviendo a lo nuestro, para vos:
¿Cuál es el vestido que cuenta mejor una parte de tu historia?