
Los antiguos chinos estaban convencidos de que los collares de perlas eran lágrimas de sirenas. Los griegos decían que las perlas se producían cuando un rayo golpeaba el mar. En la antigua Roma, las perlas se vendían como lágrimas congeladas de los dioses. Los árabes hablaban de ellas, en las descripciones del paraíso en el Corán.
Haciendo un salto en el tiempo, Coco Chanel aconsejaba lucir las joyas auténticas entre las confortables páredes de la propia casa, en una especie de placer personal. Para vestir en público prefería la bijouterie. En está fotografía combina a su collar con el infaltable vestido negro.
Ninguna diva pudo resistirse a la mágia de las perlas.



Princesas y primeras damas, tampoco se privaron de pasear a sus collares por el mundo.



Las celebrities de nuestro tiempo, también cayeron seducidas ante el glamour y la sofisticación del brillo del blanco puro.

Días atrás, las perlas, sumadas a los sombreros fueron completemento elegido, para asistir a la boda real.


Curiosamente, hay cinco tipos reconocidos de collar de perlas:
El collar, se usa en la base del cuello y mide 25-33cm.
El collar princesa, se usa justo debajo de la clavícula y las medidas de 43 48 cm.
La matinée, por lo general, mide 50-60cm y cae por encima del escote. Luego está
el 'opera', de entre 70-90cm,lleva por lo general un bucle o nudo.
Por último tenemos
la 'cuerda' , cualquier cadena de perlas que es superior a 90 cm por lo general usado colocado dos o tres veces alrededor del cuello.
Ni diva, ni princesa, ni primera dama, ni celebritie, las perlas para mí son todavía una asignatura pendiente. Por suerte, tampoco estaba en la lista de los invitados a la boda de Kate y Willian.
Y vos: ¿Ya tenés a este clásico?